Nos vamos a entender
Nos vamos a entender
Nos vamos a entender
Aún tenemos reciente los ecos de las protestas del campo de hace unos meses y ya comenzamos una nueva legislatura en Europa, que llega claramente marcada por la agenda agrícola.
Entre un evento y el otro apenas han transcurrido unos meses. Buena parte de las reivindicaciones que se trasladaron en las tractoradas, siguen latentes, por oportunas. Otras, parecen algo diluidas, una vez superado el fragor de la batalla.
Ahora que comienza el nuevo mandato del Parlamento Europeo, pronto también el de la Comisión Europea, conviene afrontar nuestras responsabilidades con el compromiso de abordar los asuntos pendientes, hablando claro, sin demagogias, poniendo los puntos sobre las íes, pero sin alentar desafecciones, reivindicando el papel del sector primario, pero sin obviar otros elementos que han de poder conjugarse sin buscar incompatibilidades.
Tenemos tanto trabajo que conviene empezar cuanto antes.
Como punto de partida no está mal comenzar la legislatura con un texto de referencia como es el Diálogo Estratégico sobre el futuro de la agricultura de la UE, que ha dado a conocer recientemente la Comisión Europea. Un diálogo que se promovió in extremis, al finalizar la legislatura y con aparente intención de serenar los ánimos con el sector.
Anduvo fina la presidenta de la Comisión, Úrsula Von Der Leyen, planteando este foro, aunque esto supusiera una auto enmienda a su propia gestión. Cualquiera que lea sus múltiples intervenciones, las de ayer y las de hoy, podrá comprobar su transición desde el verde manzana Green Deal al parduzco castaña de la ambigüedad de los últimos meses y nuevamente al verde pistacho de esta nueva legislatura.
No hay nada como tener cinco años por delante, habrá pensado la alemana, pero el sector agrario necesita, desde ya, que pasemos a la acción. Por eso, dando por bueno el documento base sobre el Diálogo Estratégico, pedimos a la Presidenta que garantice fondos suficientes para hacer realidad todos los desiderátums que contiene el librito, que sin duda firmaríamos todos.
Pero antes de eso habrá que evaluar al Colegio de Comisarios, las competencias atribuidas en las distintas carteras y la roadmap que someterán a escrutinio del Parlamento Europeo.
Se nos antojan muchas preguntas, que tendremos que seleccionar finamente para evitar evasiones en el que es el interrogatorio con mayor expectación de toda la legislatura, los llamados Hearings, que buscan el plácet por parte de los Eurodiputados para ejercer la noble misión de Comisario.
En este encuentro público, con luces, cámaras y acción, pero sin taquígrafos, escucharemos al candidato a Comisario de Agricultura, el luxemburgués Christophe Hansen, decir obviedades como que los agricultores (y agricultoras) son los primeros interesados en frenar el cambio climático, que el campo necesita garantizar el relevo generacional, que existe una creciente presión competitiva por la apertura de los mercados, que se han de garantizar unos precios justos para los agricultores y reforzar las cadenas de valor, que hay que frenar la competencia desleal, que hay que apostar por una nueva PAC que priorice una distribución más justa de las ayudas y garantice la rentabilidad de las explotaciones y su sostenibilidad y que hay que apostar por el medio rural, entre otras generalidades.
Está por ver si entra en el fondo de los grandes retos que ha de afrontar el sector, de la mano de la UE, y digo de la mano no con afán proteccionista ni tutelajes, sino desde la convicción de que, en esto, o vamos todos juntos, o nuevamente se romperá la baraja.
Por eso es muy importante que en este examen inicial para entrar en la “academia” del Colegio de Comisarios, y por la cuenta que le tiene a la Presidenta de la Comisión, el candidato Hansen diga alto y claro qué va hacer para asegurar, de verdad, una agricultura sostenible medioambientalmente y sostenible económicamente, o lo que es lo mismo, que sea viable y rentable.
La financiación es esencial, pero también el marco normativo. Un marco normativo hecho desde el terreno y mediante el diálogo permanente con el sector, que está deseando contribuir al debate. El cómo y el cuánto será la clave, indudablemente.
¿Abordará la Comisión Europea con rigor el debate sobre las cláusulas espejo, tan instrumentalizadas en la campaña electoral? Hace apenas dos semanas la Directora General de Comercio, Sabine Weyand, me respondía directamente a esta pregunta diciendo que no se puede pedir a terceros países que asuman nuestras normas. Entonces, ¿por qué se ha estado alimentando esta expectativa?
En este contexto hemos escuchado a la extrema derecha decir que hay que cerrar los mercados y prohibir las importaciones (literal), obviando que la balanza comercial europea con 228.600 millones en exportaciones en 2023, supera los 70.000 millones de euros de superávit.
Sí, exportamos mucho más de lo que importamos de terceros países, pero es que, además, lo que importamos es esencial para asegurar nuestra propia productividad. Que les pregunten a nuestros ganaderos cómo les irá si cerramos las importaciones de grano para la subsistencia del ganado, por ejemplo.
Hablemos claro y que dejen los engaños para los ilusionistas.
¿Qué tipo de agricultura queremos?, ¿una agricultura moderna y competitiva?
Suena bien. ¿Habrá fondos para la innovación o volveremos a limitar los recursos para hacerlo posible?; ¿abrumaremos a nuestros agricultores con gestiones y trámites interminables o apostaremos por una verdadera simplificación? ¿Apoyaremos el avance de las Nuevas Técnicas Genómicas, que permiten cultivos más eficientes y adaptados al clima? o ¿seguiremos bloqueando este debate científico que ya tuvieron hace tiempo nuestros competidores y del que están sacando una gran ventaja frente a nosotros?; ¿Vamos a defender, de verdad, una PAC con mayor presupuesto y que prime la agricultura familiar y la incorporación de jóvenes y mujeres al campo?; ¿Cómo piensan frenar el éxodo rural y el abandono de las explotaciones?; ¿Cómo van a asegurar la supervivencia de la ganadería ante los enormes desafíos a los que se enfrenta?; ¿Se abordará con valentía el acceso y uso del agua y la calidad de los suelos sin demonizar al campo?
Estas y otras muchas preguntas serán formuladas, veremos si respondidas. Es obvio que para ello no basta una comparecencia de algo más de dos horas. Las incógnitas se irán desvelando a lo largo de la legislatura, pero una cosa está clara: o nos ponemos de acuerdo, o esto volverá a fallar.
Por eso, en este comienzo de legislatura, apelo al diálogo constructivo frente a la demagogia de regate corto. Pongámonos todos manos a la obra, OPAs, Comisión, Consejo y Parlamento, organismos todos con diferentes colores, y hagamos la mejor cesta con los mejores mimbres.
Quiero pensar que nos vamos a entender.
Cristina Maestre Martín de Almagro
Diputada en el Parlamento Europeo
Miembro de la Comisión de Agricultura