El Partido Socialista se fundó clandestinamente en Madrid, el 2 de mayo de 1879, en torno a un núcleo de intelectuales y obreros, fundamentalmente tipógrafos, encabezados por Pablo Iglesias.
El primer programa del nuevo partido político fue aprobado en una asamblea de 40 personas, el 20 de julio de ese mismo año.
El PSOE fue así uno de los primeros partidos socialistas que se fundaron en Europa, como expresión de los afanes e intereses de las nuevas clases trabajadoras nacidas de la revolución industrial.
Desde entonces, ha orientado su labor hacia el logro de los grandes ideales emancipatorios del socialismo, con los cambios lógicos de estrategia que los momentos históricos han impuesto en cada caso, y que libre y democráticamente han decidido el conjunto de los afiliados.
Desde su fundación en 1879, el Partido fue aumentando el número de sus militantes y asentando su base teórica. La necesidad de defender adecuadamente los derechos de los trabajadores impulsó la creación de una organización sindical socialista. Así nació la Unión General de Trabajadores (UGT), cuyo Congreso fundacional se celebró en Barcelona, en 1888.
En las elecciones de 1910, Pablo Iglesias obtuvo un escaño y se convirtió en la primera voz del movimiento obrero español que se pudo oír en el Parlamento.
Esta progresiva implantación del socialismo español fue permitiendo plantear una importante crítica social y una creciente contestación popular a las limitaciones políticas de la Restauración, cuyo sistema permitía que los derechos civiles fueran burlados y que se produjese el reparto de poder entre los partidos liberal y conservador y el turno en el desempeño de las tareas de Gobierno.
La condición no beligerante de España durante la Primera Guerra Mundial, iniciada en 1914, hizo posible un cierto desarrollo económico que permitió amasar importantes fortunas a determinados sectores de la burguesía, mientras que los trabajadores sufrían las consecuencias de una tremenda subida de precios, que disminuía por días la capacidad adquisitiva de sus salarios. El malestar ante esta situación, junto a la creciente demanda de libertades más efectivas planteada por amplios sectores de la población, crearon un ambiente de movilización social a favor de un cambio político, a cuyo frente se pusieron el PSOE y la UGT, encabezando un movimiento huelguístico que conmocionó a la burguesía en agosto de 1917 y que fue duramente reprimido.
Los acontecimientos de la Revolución Rusa de octubre de 1917 y la fundación de la III Internacional por Lenin introdujeron elementos de división en el movimiento obrero internacional. En España, el intento de «dirigismo» de la Internacional Leninista suscitó un vivo debate en el PSOE, que dio lugar a que los partidarios de Lenin en este Partido lo abandonaran para fundar el Partido Comunista de España (PCE).
Tras los siete años de dictadura militar del general Primo de Rivera, la alternativa republicana, apoyada por el PSOE, triunfa en las elecciones del 14 de abril de 1931, dando lugar a la inmediata instauración de la II República, en un clima de entusiasmo popular.
Los candidatos socialistas en coalición con los republicanos obtienen 115 escaños en el Parlamento. Juntos emprenden una decidida política de reformas impulsada por un Gobierno en el que están presentes tres ministros socialistas: Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos.
Esas reformas, especialmente la Reforma Agraria y la Legislación Laboral, son contestadas con una dura oposición por las fuerzas políticas de derechas.
La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) obtendrá un importante apoyo en las elecciones de noviembre de 1933, dando lugar al desplazamiento de las fuerzas progresistas del poder.
El endurecimiento de las posiciones conservadoras y el fuerte impacto popular causado por la represión de la revolución de Asturias, provocaron la unión de las fuerzas progresistas republicanas en un único bloque político: el Frente Popular, que ganó las elecciones de 1936, lo que permitió continuar la política de reformas iniciada en 1931. Sin embargo, estas expectativas se vieron truncadas por el golpe de estado militar que, alentado por la derecha española, sumió al país en una cruenta guerra civil que se prolongó desde 1936 a 1939.
El apoyo del fascismo internacional a Franco, la inhibición de los países democráticos, la mayor disponibilidad de recursos económicos de los sublevados y otros factores, dieron lugar, tras largos y duros combates, a la derrota del Gobierno de la República.
El desenlace de la guerra civil abrió un periodo histórico difícil para la sociedad española, en general, y para los socialistas, en particular.
A pesar de ello, siguieron combatiendo en la clandestinidad o desde el exilio. En 1953, Tomás Centeno, Secretario General de UGT y dirigente del PSOE, moría víctima de la represión en la Dirección General de Seguridad. Dos años después, había en el penal de Burgos más de 1.200 socialistas, llegando a coincidir en las cárceles franquistas un total de seis Comisiones Ejecutivas.
Sin embargo, el PSOE durante el franquismo desarrolló una significativa acción opositora, participando en las huelgas de los años 50 y 60, enfrentándose a la dictadura en condiciones muy duras y sometido a una constante persecución policial.
Ya en los años 70, el PSOE se convierte en una seria amenaza para el declinante régimen franquista, por sus relaciones con las fuerzas democráticas europeas y su imagen de partido socialista democrático dentro de España. En 1974 se celebra en Suresnes (Francia) el 26 Congreso del Partido, que elige a Felipe González Secretario General.
Cuando en 1976 (aún en la clandestinidad), el Partido decide celebrar en Madrid su 27 Congreso, el PSOE está jugando ya un papel fundamental en la vida política española. La legalización del Partido Socialista se produce en febrero de 1977.
La creación, junto con otros partidos democráticos, de una coordinadora común de oposición y negociación, obliga a abrir un proceso de reforma política que desemboca en las elecciones democráticas de 1977, en las que triunfa la UCD, mientras el PSOE se consolida como el primer partido de la oposición.
Tras las primeras elecciones, los partidos afrontan la tarea de elaborar una nueva Constitución. Esta nueva Carta Magna fue sometida a referéndum el 6 de diciembre de 1978, siendo aprobada por el 87’7 por ciento de los votos.
En 1979, la UCD volvió a ganar las elecciones, pero en esta ocasión por un estrecho margen. El PSOE quedó en segundo lugar con más de cinco millones de votos y 120 diputados. El aumento progresivo de los apoyos al Partido Socialista hizo que en las elecciones municipales de ese mismo año el PSOE ganara en 1.100 municipios, y pasara a gobernar muchas de las principales ciudades de España.
Especial relevancia tiene el 28 Congreso Federal del PSOE, celebrado en mayo de 1979. En él se produce un tenso debate sobre la estrategia y la orientación ideológica marxista, que lleva a Felipe González a no presentar su candidatura como Secretario General, formándose una comisión gestora con el mandato de preparar un Congreso Extraordinario que se celebraría poco después.
En ese Congreso Extraordinario, el PSOE reafirma su carácter de partido democrático y federal, rechazando definirse como marxista y manifestándose abierto a todas las aportaciones que han contribuido a configurar el socialismo. El Congreso elige una nueva Comisión Ejecutiva encabezada por Felipe González.
La crisis progresiva de la UCD y el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 agudizan en la opinión pública la necesidad urgente de un cambio político. Se convocan elecciones generales para el 28 de octubre de 1982, y el PSOE consigue más de diez millones de votos, obteniendo la mayoría absoluta tanto en el Congreso (202 diputados) como en el Senado (134 senadores, a los que más tarde se sumarían otros 23 designados por las Comunidades Autónomas).
El día 1 de diciembre de 1982, Felipe González es investido en las Cortes presidente del primer Gobierno socialista en la historia de España.
El primer gobierno socialista, presidido por Felipe González y con Alfonso Guerra como vicepresidente, desarrolló una política orientada, por un lado, a profundizar y asentar la democracia, y, por otro lado, a impulsar una importante serie de reformas, entre las que se destacan la profesionalización de las Fuerzas Armadas, la plena funcionalidad del modelo de Estado de las Autonomías, la reforma educativa, las medidas de saneamiento económico y el impulso a una legislación modernizadora en temas como la despenalización del aborto y la igualdad de la mujer. Todo ello permitió crear un nuevo clima de confianza ciudadana en las instituciones.
Otro aspecto de gran relevancia, en esta primera etapa, es la plena incorporación de España a las instituciones internacionales occidentales y, muy especialmente, la adhesión a las Comunidades Europeas, que se produjo el 12 de junio de 1985, entrando en vigor el 1 de enero de 1986. España dejó de ser un país aislado y se convirtió en una de las naciones más activas en los foros internacionales.
A España le ha correspondido en varias ocasiones ejercer la presidencia de la Unión Europea. En estas ocasiones, la presidencia de Felipe González y la gestión realizada por el gabinete socialista han sido reconocidas nacional e internacionalmente como brillantes.
En 1986, el PSOE obtiene nuevamente en las elecciones generales la confianza mayoritaria de los ciudadanos españoles. Entre las labores más apreciables de la «década del cambio» destacan la ampliación de la cobertura sanitaria a más de seis millones de personas que, hasta entonces, estaban excluidas del derecho a la prestación pública; el incremento del número de pensionistas en un 35%, concediendo un total de dos millones de pensiones nuevas a personas que hasta ese momento no percibían ninguna contribución; la ampliación de la cobertura de desempleo; la garantía de educación gratuita y obligatoria de los menores de 16 años y el fortísimo incremento del número de becas.
En la primera década de Gobierno socialista se impulsó un programa de modernización de las comunicaciones sin precedentes en la historia de España, que dio como fruto la construcción de nuevas autovías, la modernización de toda la red de carreteras, la introducción del tren de alta velocidad y la puesta en marcha de un satélite de comunicaciones español, entre otros avances.
En el ámbito del Partido, el PSOE ha realizado en este tiempo un esfuerzo de integración y apertura que ha facilitado la incorporación a la organización socialista de otros sectores de la izquierda española, como el liderado por el ex vicesecretario general del PCE, Enrique Curiel (1990), el Partido de los Trabajadores de España (1991) y Euskadiko Ezkerra (1993).
En 1993, el PSOE vuelve a ganar las elecciones generales y, meses después, celebra en Madrid su 33 Congreso Federal (Marzo de 1994), iniciando una nueva etapa de transformaciones.
En las elecciones generales que se celebraron el 3 de marzo de 1996, el PP alcanzó la primera posición en el Congreso con el 38,78% del voto válido. El PP ganó con una exigua diferencia de 200.412 votos (1,16%) en el conjunto nacional con respecto al PSOE, muy lejos de sus objetivos electorales y políticos y por debajo de su techo relativo alcanzado en las elecciones europeas de 1994. A principios de mayo de 1996 el PP formó gobierno con el apoyo parlamentario de CiU, PNV y CC.
En estas elecciones, el PSOE obtuvo 9.419.629 votos, el 37,62% del voto válido, la cifra más abultada después del resultado de 1982. El Partido Socialista quedó como segundo grupo parlamentario, a muy escasa diferencia del primero; la más corta que se ha producido en el periodo democrático. No es por ello abusivo definir el resultado electoral como de empate práctico o técnico en el número de sufragios. Este empate práctico no se corresponde con el número de escaños (156, el PP y 141, el PSOE), porque las condiciones del sistema electoral español otorgan ventaja al partido mejor implantado en las circunscripciones de menor tamaño.
141 escaños ganados por el PSOE le permiten jugar un papel claro en el arco parlamentario resultante de las pasadas elecciones, como oposición fuerte y condicionante ante tentaciones reaccionarias.
En las siguientes elecciones generales celebradas el 12 de marzo de 2000, el PP consiguió la mayoría absoluta en el Congreso con un 44,54% del voto frente al PSOE, que obtuvo 7.829.210 votos, es decir el 34,08%, continuando así como segundo grupo parlamentario.
Inmediatamente después de conocer estos resultados el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, presentó su dimisión. Tras esta dimisión, el Comité Federal tomó la decisión de nombrar una Comisión Política para hacerse cargo de la dirección del PSOE hasta la celebración del 35 Congreso Federal que fue fijado para los días 21, 22 y 23 de julio de 2000. En él, y con el lema:»El impulso necesario», el Partido Socialista debatió su futuro proyecto político y eligió sus nuevos órganos de dirección.
El 23 de julio de 2000, concluía el 35 Congreso Federal del PSOE, un congreso calificado de excepcional por las difíciles circunstancias, tanto políticas como orgánicas, en las que nuestro Partido acudía a él.
Por primera vez en sus 121 años de historia, cuatro candidatos se presentaron a la Secretaría General del PSOE: José Luis Rodríguez Zapatero, José Bono, Matilde Fernández y Rosa Díez.
Los 998 delegados, de los que tres de cada cuatro acudían como tales por primera vez al máximo órgano de nuestro Partido, ejercieron su libertad con responsabilidad, y dando una auténtica lección de democracia eligieron en la tarde del día 22 de julio a José Luis Rodríguez Zapatero como nuevo Secretario General del PSOE. La votación arrojó un resultado de 414 votos (41,69%) para la candidatura de Rodríguez Zapatero y 405 votos (40,79%) para José Bono. Matilde Fernández obtuvo 109 votos (10,98%) y Rosa Díez 65 (6,55%).
El nuevo líder socialista no sólo supo trasladar a los delegados la ilusión y la esperanza en una nueva etapa, sino al resto de la Organización y a los ciudadanos españoles, como ha podido constatarse después del cónclave socialista.
El día 23 de julio fueron elegidos los nuevos órganos de dirección y control del PSOE: Comité Federal, Comisión de Ética, Comisión de Garantías, Comisión Revisora de Cuentas, y la nueva Comisión ejecutiva Federal. Esta última fue elegida con el respaldo del 90,2 por 100 de los delegados, resultado no obtenido por una Ejecutiva desde hacía muchos Congresos. Con una edad media de 42,8 años, de sus 25 integrantes -ocho menos que en la CEF anterior-, 10 son mujeres y un total de 21 se estrenan en la dirección del PSOE.
Al elegir a Rodríguez Zapatero, el PSOE ha apostado por «el cambio tranquilo», como él mismo lo denomina, y ha logrado salir del Congreso más unido y cohesionado de lo que entró.
Como el nuevo secretario general reiteró durante la clausura del 35 Congreso «recuperar el diálogo, la confianza entre todos nosotros es fundamental, es el nuevo estilo de trabajar y hacer política. Esto nos dará fuerza, credibilidad y respeto ante la sociedad. Nadie sobra en este Partido, y contaré con todos».
Las bases establecidas en el 35 Congreso, con un proyecto innovador y un nuevo liderazgo, tienen su culminación los días 20 y 21 de julio en una Conferencia Política.
En la misma, los delegados debaten y aprueban el rearme ideológico y la modernización de la estructura organizativa, como forma de dar respuesta a las nuevas realidades de la sociedad actual.
De esta forma, concluida la Conferencia Política, los socialistas presentamos a la sociedad un nuevo discurso para las nuevas realidades del siglo XXI. Entendiendo que, desde la aplicación práctica y efectiva de los principios tradicionales que defendemos los socialistas: libertad, igualdad y solidaridad, se puede llegar a la solución de los problemas actuales.
Se propone recuperar la política y sus valores como ética cívica al servicio de la colectividad. Un nuevo impulso cívico para avanzar hacia una democracia cívica, la del ciudadano.
Se propone que, ante el avance del mercado, hace falta un avance en el papel del Estado que regule un funcionamiento adecuado del mismo y facilite recursos y posibilidades reales para que todas las personas puedan desarrollar sus capacidades y posibilidades y que todos tengan aseguradas sus necesidades básicas. Un Estado ágil, innovador fuerte y eficaz al servicio de una sociedad fuerte.
Se propone una Renta Básica de Ciudadanía como ingresos mínimos vitales de subsistencia que toda persona o familia necesita para vivir.
Se reivindica un nuevo estilo de hacer política para que ésta vuelva a ocupar su papel al servicio de las personas, en la resolución de sus problemas, en su bienestar, en garantizar el progreso en sociedades libres, justas y cohesionadas.
La segunda mitad de la pasada legislatura está marcada por una dinámica de cambio; una pulsión que se manifestó inequívocamente en los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2003, en las que por primera vez en una década el PSOE resultaba ser de nuevo el partido más votado a nivel nacional. Su capacidad de diálogo y su disposición para alcanzar acuerdos con otras fuerzas políticas fueron determinantes para la recuperación de la mayoría en la FEMP, que se refrendó en las elecciones catalanas de noviembre de 2003.
La expectativa de inversión electoral y de cambio político se fue fortaleciendo en los meses previos a los comicios generales, se intensificó durante la precampaña y se consolidó durante la campaña, como mostratron en su día algunos estudios de opinión conocidos que avanzaban la existencia de un empate técnico con trayectoria ascendente para el PSOE y descendente para el PP.
El ciclo de ocho años de gobierno de la derecha ha concluido en las recientes elecciones generales con una nueva victoria socialista, coincidiendo con el 125 Aniversario de la fundación del Partido, en el contexto de una gran movilización ciudadana.
Las razones para que se instalara en los ciudadanos españoles tan potente deseo de cambio político se encuentran, de una parte, en las características de la gestión del gobierno del PP entre 2000 y 2004; de otra, en la restauración de la credibilidad, apuesta por el diálogo a través del ejercicio de una oposición útil, renovación programática, revitalización partidaria y construcción de un nítido liderazgo del PSOE desde la celebración del XXXV Congreso.
El PSOE regresa a las responsabilidades de poder en el ámbito nacional con un proyecto conectado de nuevo con la sociedad, dialogante, renovado, ambicioso, sólido y esperanzador, que se alimenta y entronca con el carácter profundamente transformador que caracteriza su evolución y contribución histórica.
En los cuatro años transcurridos desde el 35 Congreso, ha triunfado la Política con mayúsculas, y especialmente un modo de entenderla por parte de José Luis Rodríguez Zapatero. Su apuesta ha pasado por conectar con el interés y el sentir de los ciudadanos, que manifestaban un profundo hastío por la cultura de la imposición y de la falta de diálogo que caracterizaron los ocho años de gobierno del PP. Los ciudadanos, que en su día reprocharon al PSOE sus errores, han sabido valorar su sincero esfuerzo por recuperar su confianza.
Esto no hubiera sido posible sin la aportación decisiva del Secretario General. Sin su determinación para erradicar la crispación, para oír y respetar a todos, posiblemente este tiempo tan fructífero para los socialistas españoles hubiera tardado más en llegar. Un periodo que puyede convertirse en un nuevo ciclo largo de Goberno, que signifique para España un gran impulso modernizador, que debe sustentarse en cuatro puntos básicos:
- Gobernar para la mayoría de los españoles, que constituyen una sociedad fuertemente urbana pero con pervivencia de importantes núcleos rurales, con un nivel medio de rentas y con un significativo desarrollo económico que, sin embargo, no ha logrado atajar algunos problemas específicos y muy serios para jóvenes, mujeres e inmigrantes.
- Ser capaces de anticipar los problemas y retos del futuro, fortaleciendo una política innovadora que contribuya a soltar lastres del pasado a la vez que mejore la posición de España nte la nueva sociedad de la información y el conocimiento.
- Sustentar las políticas en los principios y valores progresistas del Partido: igualdad, solidaridad y justicia, que deben traducirse en una apuesta decidida por ampliar los derechos sociales y su efectividad.
- Formular propuestas concebidas para el conjunto de España, porque ningún partido puede permitirse un discurso que aleje al país de la convergencia interna y el reequilibrio territorial.
El 36 Congreso ha puesto un broche de oro al 125 Aniversario del PSOE, consolidando el cambio en profundidad que se efectuó hace cuatro años, cuando los socialistas supieron actuar con responsabilidad, buscando soluciones a los problemas en vez de tratar de endosar sus responsabilidades políticas a los ciudadanos.